Cómo cultivar la sandía
Algunas cosas más sobre la sandía
La sandía es una fruta ―aunque en realidad es una hortaliza― muy apreciada por su refrescante sabor, dulce y jugosa, excelente para consumir todo el año, pero especialmente buena para los meses de más calor, ya que contiene un 90% de agua.
Su origen se cree que está en el continente africano, donde aún se puede encontrar creciendo de forma natural.
Parece ser que fueron los árabes los que la introdujeron en la Península Ibérica, saliendo de África hacia Europa.
Actualmente existen muchas variedades de sandía. Algunas de ellas no tienen pepitas, otras se distinguen por su sabor o el color de su piel, el tamaño o la forma del fruto, el color de la pulpa ―que puede ser roja, rosada, anaranjada o incluso amarilla.
Es una planta de fácil cultivo en climas cálidos y secos. Algo más complicado en climas frescos y lluviosos, aunque es posible, pero a costa de una maduración más tardía, menos frutos por planta o de menor tamaño, sabor menos dulce y más riesgo de sufrir enfermedades como el oidio.
Necesita grandes cantidades de agua de calidad, mucha luz y trabajos de poda para que exprese todo su potencial.
La planta de la sandía, al igual que otras cucurbitáceas como la calabaza, tiende a extender sus tallos por una gran superficie, ocupando mucho espacio. Esto hay que tenerlo en cuenta si se pretende cultivar en un espacio pequeño, a menos que se guíe en vertical como si fuera un tomate, para lo cuál se deben sujetar los frutos con una red.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.