Las gallinas en el huerto familiar
Las gallinas son unos de los animales de granja más populares, tanto por sus huevos, como por la carne y otros productos derivados.
Pero pueden ser más que unas simples productoras de alimentos, y es que tienen ciertas características que las hacen ideales para integrar en un pequeño huerto familiar.
Y es que pueden aportar muchos beneficios, pero también son capaces de destrozar los cultivos en menos de lo que canta un gallo. Son "herramientas" muy poderosas que hay que conocer bien y saber gestionar en beneficio de ambas partes, del horticultor y de las propias gallinas.
De eso va este este artículo, de conocer el poder de estos animales y de cómo aprovecharlo.
ⓘ Abajo tienes un vídeo en el que se ve cómo trabajan.
Conociendo a las gallinas
Antes de nada, hay que saber cómo se comportan las gallinas. Se trata de animales omnívoros que, además de comer vegetales, les encanta escarbar en la tierra en busca de semillas y pequeños invertebrados (también algunos vertebrados pequeños como lagartijas y ratones) como larvas de diferentes insectos, gusanos, lombrices, caracoles y, casi cualquier cosa que esté o haya estado viva recientemente.
A las gallinas les encanta pasar todo el día en el campo, en una zona con vegetación, con un suelo húmedo y muy fértil, en el cuál encontrarán mucho alimento.
Pero mientras están buscando comida entre la hierba y en la capa superior del suelo, dejan caer sus excrementos sobre la tierra. Este estiércol de gallina se conoce como gallinaza, un material muy alcalino pero pero muy rico en materia orgánica y en nutrientes, especialmente nitrógeno, fósforo y calcio, pero también muy salino. Es un abono mucho más rico que el de vaca, por ejemplo, pero dado que es tan concentrado, hay que añadirlo al huerto en cantidades muy controladas para evitar que resulte tóxico para las plantas, especialmente si no ha sido estabilizado primero.
Aunque saber si viven más o menos tiempo puede no tener mucha importancia, más allá de entender que unas mueren y que hay que reponerlas con otras jóvenes, lo que sí es crucial es saber qué hábitos tienen para dormir en el gallinero. Si se desconoce esto no estarán todo lo cómodas que deberían.
Beneficios para el huerto
Algunos de ellos ya se han anunciado en el apartado anterior, pero conviene hablar de todos los que, a nuestro juicio, son destacables.
❖Controlan las poblaciones de invertebrados del huerto, muchos de ellos plagas de los cultivos, como los gusanos de alambre, los gusanos cortadores o las gallina ciega. Después de que las gallinas pasen un tiempo en un trozo de terreno (acorde al número de animales) se notará como en la zona y alrededores se ven menos caracoles, babosas y menos invertebrados que habitan en las capas superiores del suelo o en la hierba.
❖ Eliminan las malas hierbas. Si disponen del tiempo suficiente, dejan el terreno totalmente limpio, sin ninguna cobertura vegetal herbácea. Obviamente no son capaces de acabar con plantas leñosas. No es tanto porque se coman la vegetación y sus semillas, que también, sino porque se pasan el día escarbando y, claro, no hay hierba que pueda desarrollarse en esas condiciones.
❖ Mejoran el suelo. A través de la gallinaza, aportan al suelo mucha materia orgánica y gran cantidad de los nutrientes vegetales más importantes, sobre todo nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, azufre y determinados micronutrientes. La gallinaza es un abono considerablemente más rico en nutrientes que otros abonos orgánicos, entre ellos el de vaca, por ejemplo. Además, como las gallinas se pasan el día patrullando el trozo de terreno en el que están, el abono se reparte regularmente por toda la extensión, ahorrándole al horticultor el tiempo y el trabajo empleados en recoger, transportar y extender el abono orgánico por el huerto. Se encargan ellas de todo.
❖ El gallinero estará más limpio. Cuanto más tiempo pasen las gallinas en el exterior, menos excrementos depositarán en el gallinero y menos comida tirarán por el suelo.
❖ Ahorro de dinero. Al igual que en el punto anterior, al pasar las gallinas casi todo el día en el huerto ya cubren parte de sus necesidades diarias de alimento con los invertebrados y la vegetación que en él encuentran Además, si se tiene la precaución de dejar los comederos dentro del gallinero, aún se ahorrará más alimento porque solo acudirán a ellos cuando tengan mucha hambre o de paso que van a poner los huevos.
❖ Ponen huevos. Por si fueran pocos beneficios ya, además de todo lo anterior cada gallina pone un huevo al día (a veces descansan). Y no será un huevo cualquiera como la mayoría de los que se pueden comprar en los supermercados. Será un huevo completamente natural, mucho más nutritivo, de un color más intenso y de un sabor excelente, mucho más marcado que el de un huevo de granja. No hay que olvidar que las gallinas se estarán alimentando de lo que encuentran en el huerto y, aunque se les ponga la misma comida en el gallinero (mezcla de cereales), ese aporte extra se notará.
Son tantos y tan importantes los beneficios que aportan al huerto y a la familia, que criar gallinas (siempre que se pueda) es una vuelta de tuerca más en el tan ansiado objetivo de cultivar los propios alimentos, al menos en parte.
Integrando las gallinas en el huerto
Antes de seguir con esto, conviene conocer cuál es el ambiente natural de las gallinas y en qué lugares se suelen criar en todo el mundo.
En el enlace anterior queda patente que la mayoría de las gallinas del mundo no viven en el lugar que desearían si pudieran elegir. Sabiendo esto, conviene hacer un ejercicio de imaginación y poner en práctica la experiencia de cada uno para lograr integrar a las gallinas en el huerto de una forma lo más óptima posible, para ellas y para el horticultor.
Se puede encontrar mucha información al respecto, tanto en papel como en formato digital en internet, pero sin ánimo de restarle importancia (siempre es bueno informarse), la experimentación y el sentido común son mucho más importantes en el caso de la cría de gallinas al aire libre.
A continuación se explica una de tantas formas de hacerlo y la que nosotros utilizamos desde hace varios años en nuestro huerto.
✔ Si aún no se ha construido el gallinero, o es de los que se pueden mover, hay que situarlo lo más próximo posible al huerto y, si es posible, situarlo para que haga la menor sombra hacia la zona cultivada. Esto facilitará bastante las cosas.
✔ Hay que tener el huerto cerrado sobre sí con cualquier elemento que retenga a las gallinas. Puede ser malla de alambre, de plástico, vegetal, etc. Es importante que se concentren en la zona de interés.
✔ Si se desea que las gallinas salgan al exterior durante todo el año, algo muy recomendable, incluso mientras el huerto se encuentra en producción, habrá que disponer al menos de otra segunda área cerrada sobre sí, y separada del huerto principal. Aquí es donde pasarán el tiempo las gallinas cuando no puedan entrar al huerto por que éste está en producción. Si hay una zona de frutales, puede ser aprovechada para este fin.
✔ Si el huerto es suficientemente grande, se puede dividir en dos zonas aproximadamente iguales. En la primera se cultiva el primer año y en la otra estarán las gallinas. Al llegar el otoño, y finalizar la producción en la primera zona, se cambiar las gallinas a ésta, quedando la otra disponible para ir preparando el cultivo al año siguiente.
En la imagen de más abajo se muestra una representación de este sistema. En este caso, la puerta por la que salen las gallinas del gallinero es doble. Una mitad abre hacia la zona A del huerto y la otra hacia la zona B. De esta forma se pueden cambiar las gallinas de zona sin esfuerzo. Solo hay que cerrar la puerta al atardecer, cuando todas estén dentro del gallinero y, al día siguiente abrir la otra puerta para que pasen a utilizar la otra zona del huerto.
Cuando se cambie de zona, se aprovecha para limpiar el gallinero, si no está ya limpio. La gallinaza acumulada en esta limpieza se esparce por la zona del huerto que han estado utilizando las gallinas. Con este abono orgánico y con el que han estado depositando las gallinas directamente sobre el terreno, el suelo habrá ganado en materia orgánica y fertilidad, algo que beneficiará enormemente a los cultivos.
El número de gallinas tiene que estar en proporción al tamaño de la zona del huerto que se desea transformar, pero no todas las razas de gallinas tienen el mismo comportamiento y, por tanto, unas harán más trabajo que otras.
Cuanto más rústica sea la raza elegida mucho mejor. Es posible que cada gallina ponga menos huevos por año o sean de menor tamaño, pero los pondrá de todas formas. Además puede que conserve el instinto de incubar los huevos al menos una vez al año, con lo que será posible criar en casa, obtener razas propias (únicas) por hibridación e ir seleccionando las que mejor se comporten.
Si se decide criar polluelos aprovechando las gallinas cluecas, hay que tener en cuenta algo muy importante: será necesario tener un gallo (el padre) que no esté emparentado con las gallinas de las cuáles se incuben huevos. Los gallos nacidos en casa no sirven como padres a menos que para criar se utilicen huevos de una gallina que no esté emparentada con ellos, por ejemplo una comprada recientemente o cedida por alguien (o sus huevos).
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.