Cuidados del avellano
Este arbusto tan singular no requiere de muchos cuidados cuando se cultiva en un lugar capaz de satisfacer sus requerimientos o necesidades, pero si el clima o el suelo no son los más favorables, demandará más atenciones para mantenerse vigoroso, sano y productivo.
Dichos requerimientos climáticos y de suelo, ya se trataron en el artículo sobre el cultivo del avellano, así que no los repetiremos aquí de nuevo.
Teniendo en cuenta lo anterior, a continuación se hablará de aquellos cuidados que más puede necesitar el avellano en ciertas situaciones.
Protección del frío y calor extremos
Aunque se trata de un arbusto muy resistente al frío durante el invierno, cuando no tiene hojas, a finales de esta estación y a comienzos de la primavera, con la floración y rebrote anuales, la situación cambia. Los extremos de los brotes y las flores pueden resultar dañados a temperaturas inferiores a 0ºC, aumentando el riesgo de que se produzcan infecciones bacterianas en el avellano.
En climas en los que se producen fuertes heladas tardías, habrá que proteger el avellano de alguna manera, por ejemplo teniendo la precaución de plantarlo al lado de un muro o fachada soleada.
Si ya está produciendo, no conviene taparlo durante la floración porque eso dificultará el acceso de los granos de polen a las flores femeninas, y si no hay fecundación tampoco habrá frutos.
En lo relativo al calor, el avellano tolera temperaturas elevadas en verano, pero lo le favorecen nada, especialmente si el suelo en el que está plantado no le aporta la suficiente humedad. En el caso de que se cultive en un clima de veranos calurosos, es mejor plantarlo en un lugar en el que reciba algo de sombra en las horas centrales del día, algo que agradecerá mucho. Y si ya estuviera plantado, pues se podría instalar una malla de sombreo por encima.
Control de vegetación espontánea
Las plantas silvestres y malezas de cultivos que pueden crecer alrededor del avellano, suponen una gran competencia para un árbol de raíces superficiales como este.
Es muy importante mantener el suelo libre de competencia en la superficie de suelo ocupada por las raíces del avellano, que normalmente coincidirá con la proyección de la copa.
Esto se puede hacer de muchas formas, algunas poco recomendables a nivel doméstico, como el empleo de herbicidas, y otras muy beneficiosas para el suelo, y para el avellano, como el acolchado, especialmente si es de tipo orgánico.
Hay que tener en cuenta que tanto antes como después de realizar abonados y riegos, no debe haber en el suelo vegetación espontánea que se aproveche de los nutrientes o del agua aportada, ya que eso supondrá una importante pérdida y un trabajo inútil.
Fertilización o abonado
El avellano no demanda tantos nutrientes como otros frutales, por ejemplo los cítricos, pero si se desea obtener de él buenas cosechas, conviene no descuidar este aspecto.
Le gustan los suelos bien nutridos y ricos en materia orgánica, por lo que deberá procurarse aportar ambas cosas antes de la plantación, mediante un abonado de fondo, o si no ha sido posible, a posteriori, abonando la tierra alrededor del arbusto al menos una o dos veces al año.
La primavera es el momento del año en el que el avellano demanda más nitrógeno, muy necesario para la brotación y para el posterior desarrollo de los frutos, ricos en este nutriente. Por ello, si se emplean abonos orgánicos, conviene aportarlos al suelo a mediados de otoño, para que tengan tiempo de incorporarse a este y mineralizarse en parte.
En cuanto al fósforo y al potasio, requiere más en verano, durante la formación de los frutos. Si sufre carencia de potasio, pueden tornarse de color negro los bordes de las hojas y afectar tanto a la producción como a la salud general del arbusto, y muy especialmente en su capacidad de tolerar la sequía.
La mayoría de los abonos orgánicos, como la gallinaza o el compost, suelen contener mayor proporción de nitrógeno, y una cantidad inferior de fósforo y potasio, pero salvo que el abono o el suelo sean de muy mala calidad, pueden nutrir adecuadamente al avellano cuando se aportan de forma periódica y en cantidad suficiente.
Riego
El avellano prefiere suelos frescos y húmedos todo el año, pero que no sufran encharcamientos. El exceso de agua en el suelo favorece la aparición de enfermedades y la asfixia radicular, pudiendo ambas cosas acabar con la vida del árbol.
En caso de que aún no se haya plantado, conviene hacerlo en una zona elevada del terreno, si el suelo tiende a encharcarse, y en una plana si por el contrario tiende a secarse.
Si se cultiva en un clima y suelo adecuados, no suele ser necesario regarlo en ningún momento del año. En cambio, en climas con escasa precipitación, suelos secos, ligeros o someros, o cualquier combinación de estas características, el avellano necesitará de riego, especialmente desde la primavera hasta finales del verano.
El método de riego más adecuado y eficiente es el localizado, ya sea con goteros, tubo de exudación, etc. En último caso también se puede simular la lluvia y regar mediante aspersión, pero preferiblemente sin mojar las hojas.
En terrenos muy porosos el agua se pierde con mucha facilidad, así que conviene primero mejorar las características del suelo, por ejemplo incorporando una buena cantidad de materia orgánica y mezlcándola con la tierra.
El uso de acolchados orgánicos para tapar el suelo alrededor del avellano, ayuda a mantener la humedad del suelo. También se pueden emplear acolchados plásticos o textiles, que facilitarán además la recolección de las avellanas.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.