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Avellano

Poda del avellano

Por qué es beneficioso podarlo, en qué épocas se puede hacer, poda de formación en un eje o tronco, o en varios troncos, poda de fructificación o producción
Publicado: (última modificación 08 Apr 2022) Por Foto del autor Sígueme

Muchas personas tienen uno o varios avellanos en el huerto o el jardín y nunca se han preguntado si es necesario podarlos, como quizás si sepan que tienen que podar los manzanos u otros frutales. Están ahí, crecen libremente, dan avellanas, y parecen estar bien, pero en realidad podrían estar mucho mejor, tener una vida más larga o producir muchas más avellanas y de mejor calidad, entre otras cosas que se explicarán a continuación.

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Motivos para podar

Como ocurre con cualquier frutal, o incluso con cualquier árbol o arbusto, las labores de poda no son obligatorias para que la planta se mantenga viva, pero sí suponen una gran mejora en lo relativo a la salud, vigor y productividad.

La poda permite optimizar la forma, la estructura y el tamaño del árbol, algo muy importante para soportar el peso de las hojas y frutos, pero también a la hora de realizar las labores de mantenimiento en la finca o en el propio árbol.

Además, mejora el equilibrio entre el vigor de la planta y su producción, lo que suele traducirse en que la producción de frutos suele comenzar más pronto, y que suele ser más estable en años consecutivos.

Por otro lado, con la poda se puede lograr maximizar la producción de cada árbol y la calidad de los frutos que produce, siendo de mayor calibre, sabor, o incluso apareciendo menos frutos vacíos.


Épocas de poda del avellano

La mayoría de los trabajos de poda del avellano se realizan en invierno, cuando el arbusto se encuentra en parada vegetativa, pero también es posible (y necesario) intervenir durante la temporada de crecimiento, lo que se conoce como poda en verde, especialmente para controlar el rebrote de cepa o para pinzar brotes que surgen en lugares inapropiados o que crecen mal orientados.

En las podas de invierno se actúa sobre lo que ha crecido la temporada anterior, mientras que en la poda en verde, se interviene sobre lo que está creciendo en ese momento, con el objetivo de limitar su desarrollo y ahorrar recursos al árbol.

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Poda de formación

Esta poda es la más importante de todas. Bien realizada, permite lograr un equilibrio entre el crecimiento vegetativo del avellano y su producción, y también reducir la intensidad de las podas de producción.

Da comienzo tan pronto se planta el avellano, y debe ir de más a menos intensidad, es decir, el primer año es muy intensa, y en los sucesivos más ligera, a medida que la forma deseada se va logrando. Esto tiene que ser así para evitar un retraso en la entrada en producción, ya que las podas severas tienen ese efecto en el árbol.

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Monoeje: un tronco

Este sistema consiste en formar al joven avellano con un solo tronco, es decir, a modo de arbolito. Para ello, en invierno, después de plantar el avellano, se elige un brote recto y vigoroso, el cuál se despuntará a la altura deseada para la aparición de las ramas principales. Los demás brotes, si los hubiera, se eliminan desde la base para que no compitan con el elegido.

En el caso de el avellano plantado no tenga un brote con suficiente vigor o altura, se pueden cortar todos a ras de suelo para favorecer un fuerte rebrote, y seleccionar rápidamente el más vigoroso, despuntando los demás para que no roben energía y nutrientes al primero.

Tras esta primera poda, aparecerán ramas laterales por debajo de la zona de corte, de las cuáles habrá que dejar solo las 4 ó 5 mejor situadas, es decir, intentando que salgan por igual hacia todas direcciones. El resto de las ramas y los rebrotes que surjan en el tronco por debajo de estas, conviene eliminarlos cuanto antes para centrar el crecimiento en las elegidas.

En el siguiente invierno, se sigue promoviendo el desarrollo de las ramas principales, eliminando cualquier brote que esté por debajo de ellas. Además, en cada rama principal se seleccionará un brote vigoroso y bien orientado, que será el que guíe el crecimiento de la rama, y otro lateral (hacia el exterior) que formará la primera rama secundaria.

En los años sucesivos si sigue aplicando este mismo criterio hasta lograr una copa bien desarrollada y que deje pasar la luz hacia su parte interna.

La formación en un solo tronco va en contra de la tendencia natural del avellano, que es la de desarrollarse con multitud de troncos o ejes. Esto implicará rebrotes frecuentes en la base del árbol, que habrá que eliminar cuanto antes para evitar que roben nutrientes al árbol y que terminen por revertir la formación elegida.

No es recomendable para lugares muy ventosos, en los que se comportan mejor los avellanos formados con varios troncos.

En cuando a la producción de avellanas, suele comenzar antes en este sistema y puede ser algo superior al sumar varios años, pero tampoco se dan grandes diferencias.

Para el cultivo doméstico del avellano, ofrece la gran ventaja de que se puede obtener un árbol de copa alta, que facilite los trabajos en el suelo y no entorpezca el paso, por ejemplo en un jardín.



Multieje: varios troncos

Consiste en la formación del avellano a partir de varios troncos que parten todos del suelo, es decir, el mismo patrón de crecimiento arbustivo que se observa en los avellanos silvestres, pero reduciendo el número de troncos considerablemente.

Para realizar esta formación, tras plantar un avellano joven, durante el invierno, se corta la planta a ras de suelo para provocar un rebrote. Si ya hubiera sido pre-formado en el vivero en varios troncos, este paso se puede omitir. En cuanto aparezcan los brotes, se eligen 4 ó 5 de buen crecimiento, similar grosor y bien orientados, y se eliminan el resto para evitar que supongan una competencia por los recursos. Por ese mismo motivo, conviene controlar los rebrotes indeseados hasta el otoño (poda en verde).

Ya en invierno se actúa nuevamente sobre los troncos elegidos, eliminando brotes que hayan surgido muy abajo o que se dirijan hacia el interior de la copa. Interesa que las ramas principales se dirijan hacia el exterior, aunque luego otras secundarias o terciarias se puedan dejar apuntando hacia el interior de la copa para aprovechar ese espacio.

Aunque al principio los troncos crecen de forma bastante vertical, al podar más el ramaje interno y dejar que las ramas principales se dirijan hacia el exterior, poco a poco se irán inclinando hacia fuera, formando una copa en abanico.


Poda de fructificación

Esta poda no es tan significativa en el avellano en comparación con otros frutales, reduciéndose solo a eliminar ramas enfermas, secas o mal situadas, como por ejemplo chupones que aparecen en el centro de la copa, o ramas nuevas que se dirigen en dirección a otras.

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Los dos principales objetivos de la poda de producción en el avellano son:

Mejorar la iluminación de la copa, logrando que la luz pueda penetrar mejor hacia el interior de esta y hacia la parte baja, para que esas zonas puedan ser también productivas, y no solo el exterior de la copa, como ocurre en los avellanos que no se podan.

Promover la renovación de las ramas para mantener el vigor de la planta y evitar que la copa envejezca prematuramente, o la necesidad de podas drásticas. Ambas cosas ocasionarían una reducción en la producción de avellanas, y la poda severa aumentaría el riesgo de aparición de enfermedades en el avellano.

Además, esta poda reduce el porcentaje de frutos huecos, y la vecería, es decir, alternancia de años de mayor producción con otros en los que es bastante menor.

La poda de fructificación se puede hacer anualmente, siendo entonces de menor intensidad, o cada 2-3 años, requiriendo una mayor intervención.

Autor José A. Amigo

Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.