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Moringa

Cómo sembrar semillas de moringa

Elección de las semillas, época de siembra, preparación del suelo o sustrato, proceso de siembra y trasplante
Publicado: (última modificación 18 Apr 2023) Por Foto del autor Sígueme

La moringa (Moringa oleifera) es un árbol de origen tropical que se cultiva por sus hojas y frutos comestibles, así como por sus propiedades medicinales y nutricionales. La moringa es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, y se ha utilizado tradicionalmente para tratar una variedad de enfermedades y trastornos de salud.

Una forma de cultivar la moringa es a partir de semillas. En este artículo, se describirán los pasos necesarios para sembrar semillas de moringa y cultivar plantas saludables y productivas.

Selección de las semillas

Lo primero que se debe hacer es seleccionar las semillas de moringa de la mejor calidad. Las semillas frescas y maduras son las mejores para la germinación. Se pueden obtener semillas de moringa de una tienda de semillas o de un proveedor en línea especializado en semillas de plantas tropicales.

Es importante tener en cuenta que las semillas de moringa pueden ser difíciles de germinar, ya que pueden tener una capa dura y resistente que dificulta la absorción de agua. Para mejorar las tasas de germinación, conviene remojar las semillas en agua tibia durante 24 horas antes de sembrarlas.

Época de siembra

La moringa es una planta tropical que se adapta muy bien a climas cálidos y secos, y aunque puede crecer en climas templados, su crecimiento es más lento y no tolera las heladas. Por lo tanto, si se desea sembrar moringa en un clima templado, es importante tener muy en cuenta la época de siembra y proteger la planta durante los meses más fríos del año.

En climas templados, lo mejor es sembrarla en primavera, una vez que haya pasado el riesgo de las heladas y las temperaturas comiencen a ascender. La temperatura ideal para el crecimiento de la moringa es entre los 20 y 35 ºC.

Para sembrarla en otoño o invierno en un clima templado, se puede hacer en interiores o en un invernadero para asegurarse de que las plántulas estén protegidas de las bajas temperaturas. También es importante proporcionarles suficiente luz solar y mantener el suelo húmedo.

Preparación del suelo

La moringa es una planta bastante resistente que puede crecer en muchos tipos de suelos, desde arcillosos hasta arenosos. En cualquier caso, para obtener plantas saludables y productivas, es importante preparar el suelo adecuadamente antes de plantarlas.

El terreno debe estar bien drenado, suelto y rico en nutrientes. Si el suelo es pesado y arcilloso, se puede enmendar con materia orgánica como compost o abono orgánico para mejorar la estructura del suelo y aumentar la retención de agua y nutrientes. Si el suelo es pobre en nutrientes, se puede enriquecer con fertilizantes orgánicos o minerales antes de sembrar las semillas.

Siembra de las semillas

Las semillas de moringa se pueden sembrar directamente en el suelo o en semilleros. Si se siembran directamente en el suelo, se deben hacer agujeros de unos 2 - 3 centímetros de profundidad y colocar una o dos semillas por agujero. En caso de que se vayan a sembrar varias plantas, hay que dejar una distancia entre ellas de al menos 2 metros. Si se siembra en semilleros, se pueden utilizar bandejas de germinación o macetas pequeñas llenas de sustrato para semilleros.

Es importante mantener la humedad del suelo durante la germinación, por lo que se debe regar las semillas regularmente. La germinación puede tardar de 1 a 2 semanas, dependiendo de las condiciones de humedad y temperatura.

Trasplante

El trasplante de las plántulas de moringa se puede realizar una vez que han crecido lo suficiente y tienen al menos 6-8 hojas verdaderas.

Se trata de un proceso similar al del trasplante de otras plantas, y se puede resumir en los siguientes pasos:

• Preparar los agujeros: hay que hacer agujeros en el suelo que sean un poco más grandes que las raíces de las plántulas.

• Retirar las plántulas del contenedor: con cuidado, se sacan las plántulas del contenedor en el que se encuentran. Si las raíces están muy enredadas, conviene separarlas suavemente con los dedos.

• Colocar las plántulas en los agujeros: se debe poner cada plántula en su respectivo agujero, asegurándose de que queden a la misma profundidad que estaban en el contenedor.

• Regar las plantas: este primer riego tras el trasplante es muy importante para que las raíces queden bien pegadas al terreno. Hay que regar de forma abundante para asegurarse de que el suelo se humedezca hasta las raíces.

• Proteger las plántulas: si es necesario, se pueden proteger las plántulas de los animales o del clima extremo con un protector forestal de tubo traslúcido, o mientras sean pequeñas, con bidones grandes de agua mineral.

Autor José A. Amigo

Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.