Cómo sembrar maíz a mano
La siembra del maíz, una de las plantas cultivadas más importantes en la historia de la humanidad, ha evolucionado a lo largo del tiempo, desde las prácticas precolombinas hasta las técnicas modernas de agricultura.
En la época precolombina, las civilizaciones indígenas de América desarrollaron métodos ingeniosos y sostenibles para el cultivo de maíz, que se convirtieron en la base de la subsistencia y el desarrollo cultural de sus sociedades.
A medida que el tiempo avanzaba y se producían cambios en la tecnología y las prácticas agrícolas, las técnicas de siembra del maíz también experimentaron transformaciones significativas.
Antes de la llegada de los colonizadores europeos, las civilizaciones mesoamericanas, como los aztecas, mayas e incas, habían perfeccionado las técnicas de cultivo de maíz durante siglos. Empleaban métodos ingeniosos, como el sistema de "milpas" o "conucos", en el que se combinaban cultivos de maíz, frijoles y calabazas en un mismo terreno. Este enfoque, conocido como agricultura de roza y quema, permitía aprovechar al máximo los recursos naturales y mantener la fertilidad del suelo a largo plazo. Además, utilizaban herramientas rudimentarias, como la coa y el palo de cavador, para abrir surcos en el suelo y depositar las semillas de maíz.
Con la llegada de los europeos a América, la introducción de nuevas herramientas y tecnologías transformó gradualmente las prácticas agrícolas. El arado de hierro y la tracción animal reemplazaron a las herramientas de madera, lo que permitió la apertura de terrenos más grandes y la mejora de la productividad. Sin embargo, muchas de las técnicas fundamentales de cultivo del maíz persistieron, ya que estas comunidades habían desarrollado un profundo conocimiento de los ciclos agrícolas y la interacción con la naturaleza.
Con la Revolución Industrial y los avances tecnológicos del siglo XIX, la agricultura experimentó una transformación masiva. La mecanización, la utilización de fertilizantes sintéticos y la selección de variedades de maíz mejoradas genéticamente permitieron aumentar dramáticamente los rendimientos. La siembra a mano fue reemplazada por sembradoras mecánicas que podían plantar de manera uniforme y a mayor escala. La introducción de pesticidas y herbicidas también contribuyó a combatir plagas y malezas, aunque con el tiempo surgieron preocupaciones sanitarias y ambientales.
Hacia finales del siglo XX y principios del siglo XXI, la agricultura experimentó una nueva transformación con la aparición de la agricultura de precisión y la biotecnología. Los sistemas de información geográfica, la telemetría y la genómica permitieron una gestión más eficiente de los recursos y la creación de variedades de maíz resistentes a enfermedades y condiciones climáticas adversas.
Hecha esta introducción histórica, ahora sí toca hablar de cosas prácticas, en concreto de los pasos a seguir para sembrar el maíz de forma totalmente manual.
Preparación del terreno
Elegir y preparar el terreno adecuadamente es crucial para lograr un buen crecimiento y desarrollo de las plantas de maíz. A continuación se explica cómo seleccionar y acondicionar la tierra para la siembra del maíz:
Selección del terreno: Hay que elegir una zona con buena exposición solar y dónde el suelo tenga un drenaje adecuado. Se deben evitar terrenos con problemas de encharcamiento, ya que el maíz prefiere suelos bien drenados.
Limpiar el terreno: Eliminar malezas, piedras, escombros y otros obstáculos que puedan interferir con el crecimiento de las plantas.
Labrado: Utilizar una horca de doble mango o una horca de cavar normal para voltear la tierra y romper el suelo compactado. Esto ayudará a mejorar la aireación y facilitará el crecimiento de las raíces. Si se dispone de una motoazada o tractor, se hará con mucho menos esfuerzo.
Rastrillado: Después de labrar el terreno, conviene utilizar un rastrillo para nivelar el suelo y romper los terrones grandes. Esto proporcionará una superficie más uniforme para la siembra. Si se utilizó una motoazada, o tractor con rotavator, el suelo quedará completamente desmenuzado, no siendo necesario el rastrillado, a menos que haya muchas piedras.
Corrección del pH y fertilización: Puede ser necesario realizar un análisis de suelo para determinar el pH y los nutrientes presentes. El maíz prefiere un pH ligeramente ácido a neutro. Si es necesario, añadir enmiendas para ajustar el pH. Además, agregar fertilizantes de acuerdo con las recomendaciones del análisis de suelo para proporcionar los nutrientes necesarios para el crecimiento del maíz, que es un cultivo muy exigente.
Labranza secundaria: Si el suelo es pesado, podría ser necesario realizar una labranza secundaria para mejorar su estructura y romper cualquier compactación adicional.
Surcos o camas de siembra: Preparar los surcos o camas. Los primeros hendiduras en la tierra donde se colocarán las semillas, mientras que las camas son elevaciones de suelo que mejoran el drenaje y el calentamiento de la tierra.
Marco de plantación
El marco de plantación utilizado en el cultivo de maíz puede variar dependiendo de varios factores, como el clima, el tipo de suelo, la variedad de maíz y las prácticas agrícolas locales. Sin embargo, en términos generales, el sistema más comúnmente utilizado es el de hileras o surcos.
En este sistema, las semillas de maíz se siembran en hileras o surcos con una cierta distancia entre ellas. La separación entre las plantas y entre las hileras puede variar, pero algunos valores típicos oscilan entre 20 y 30 centímetros entre plantas y 70 a 90 centímetros entre hileras. Esto puede fluctuar según la variedad de maíz, las condiciones de crecimiento y las prácticas agrícolas específicas.
Una mayor distancia puede permitir un mayor desarrollo de las plantas individuales, lo que podría resultar en un mayor rendimiento de grano por planta, pero podría reducir la cantidad total de plantas por área. Por otro lado, un espacio más estrecho entre plantas e hileras podría maximizar el número total de plantas por área, pero podría limitar el desarrollo individual de las plantas.
En el caso de la siembra en hileras, las semillas de maíz se colocan en el suelo a lo largo de surcos o hileras espaciadas uniformemente. En cultivos extensos, esta labor suele hacerse con maquinaria agrícola, como las sembradoras mecánicas, que pueden depositar las semillas con una distancia precisa. La siembra en hileras permite un mejor control de malezas, facilita el riego y la aplicación de fertilizantes.
Procedimiento de siembra a mano
En realidad, la siembra tiene poco misterio una vez que todo lo demás se ha hecho correctamente y en su momento. Y hablando de momentos, conviene sembrar el maíz en las fechas adecuadas para cada región, ya que esta planta es muy dependiente del clima.
Si se va a abonar solo con fertilizante granulado, también conocido como abono mineral, se puede esparcir durante la preparación del terreno o bien a lo largo de los surcos justo antes de la siembra. Conviene echar primero el abono y luego las semillas, para no moverlas al pisar por los surcos.
Considerando que todo lo demás está hecho, incluso los respectivos surcos en los que se va a sembrar el maíz y el abonado, es el momento de depositar los granos, uno a uno, en el fondo de los surcos y separados al menos 20 cm entre ellos (ver marco de plantación más arriba)
Para que sea todo más fácil, se vierten las semillas en un recipiente pequeño y ancho, como para que coja bien la mano dentro. Lo de pequeño es para que no pese mucho, porque se va a sostener con una sola mano durante todo el tiempo que dure la siembra.
Una vez depositadas todas las semillas, hay que taparlas con tierra. Para ello, si el terreno está bien suelto, la mejor herramienta es el rastrillo. Con decisión, se hunde en la cresta del surco y se tira de él para llevar la tierra hacia abajo, cayendo sobre las semillas. Con práctica se puede hacer bastante rápido.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.