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Aguacate

Cuidados del aguacate

Es una planta delicada, especialmente en sus primeros años de vida, por lo que hay que proporcionarle estos cuidados imprescindibles para que salga adelante
Publicado: (última modificación 14 Nov 2023) Por Foto del autor Sígueme

El aguacate o palta es un árbol bastante sensible, que si no se cuida adecuadamente puede sufrir muchos reveses que incluso pueden llegar a matarlo.

Joven arbol aguacate

Los cuidados son especialmente importantes cuando es joven y cuando se cultiva en un ambiente no muy favorable para este: suelos poco apropiados, zonas frías o muy cálidas, etc.

►Si te quedas hasta el final de este artículo, aprenderás 8 cuidados muy necesarios para el aguacate y, de ellos, 6 son imprescindibles si quieres tener un árbol sano y fuerte.

Eliminación de chupones

Joven arbol aguacate

Esta es una de las primeras labores que ha de hacerse después de plantar el aguacate, sobre todo si ha sido injertado.

Consiste en retirar los chupones ―brotes vigorosos― que salgan por debajo de la zona del injerto o, si no hay injerto, los que aparezcan en el tronco por debajo de la ramificación principal del árbol.

Se deben retirar en cuanto se detecten, a fin de que sean de pequeño tamaño y puedan romperse con la mano, sin necesidad de emplear herramientas de corte.

Pintado del tronco

La corteza del aguacate es muy sensible a la radiación solar, y más cuando se trata de un árbol joven cuya copa aún no arroja suficiente sombra.

Por ello, es conveniente pintar el tronco con una pintura blanca ―viníilica― mezclada con un fungicida apropiado para esta operación. En los centros de jardinería suelen tener productos específicos para esto.

Si el árbol se planta en una zona de semisombra ―que lo protege del sol de mediodía―, o en climas poco soleados, puede que no sea necesario este cuidado.

Entutorado

Consiste en clavar en el suelo una estaca vertical ―o similar― a unos 10 cm del tronco y amarrar el árbol a ella, de forma que se le obligue a crecer derecho.

Esto es importante en zonas donde suele hacer viento o si se planta el aguacate cerca de otros árboles o estructuras que emiten sombra sobre su copa. También si el tronco del árbol se encuentra torcido por naturaleza.

Protección

El aguacate es bastante sensible al frío, sobre todo cuando es joven. Si hay riesgo de que las temperaturas se acerquen a 0℃ ―aunque no lleguen― hay que protegerlo, de lo contrario se "quemarán las hojas" e incluso puede suponer su muerte.

Lo ideal es no cultivarlo en lugares donde haya heladas durante muchos días al año, pero en todo caso, debe plantarse al lado de un muro, edificio o estructura orientada hacia el sol, de forma que se libere durante la noche el calor que la pared acumula durante el día.

Si es joven, se puede cubrir con una manta protectora.

Plateo

Esta tarea de mantenimiento consiste en cavar superficialmente la tierra en un círculo ―al menos del mismo tamaño que la copa del árbol― alrededor del tronco.

Esto es importante para casi todos los árboles, pero especialmente para los que tienen la mayor parte de sus raíces en los primeros centímetros del suelo, como ocurre con el aguacate.

Esta operación permite retirar las "malas hierbas", airear y soltar la tierra, ayudando a que las nuevas raíces la exploren con más facilidad. Además, facilita la incorporación de los abonos y la infiltración del agua de riego.

Es importante que se cave superficialmente para no dañar las raíces del aguacate, sobre todo si se hace con una herramienta cortante. Se puede emplear un cincel o cultivador ―de mano― para mejorar el trabajo, realizando movimientos radiales ―desde el tronco hacia el exterior―, reduciendo la rotura de raíces, ya que el movimiento será paralelo a estas.

Control de malas hierbas

Este cuidado está relacionado con el anterior, aunque no tiene por que realizarse al mismo tiempo.

Se trata de mantener el plato ―la zona despejada alrededor del tronco― libre de vegetación que le pueda robar los nutrientes y el agua al aguacate.

Esto es muy importante en los primeros meses tras la plantación del árbol, ya que sus raíces aún estarán muy poco desarrolladas, y antes y después de cada fertilización, puesto que si no se hace la vegetación espontánea consumirá rápidamente los nutrientes que aportamos con el abonado.

Este trabajo se puede ahorrar empleando el mulching orgánico (serrín, paja, corteza de pino, etc.) o inorgánico (piedras, arena, malla antihierbas, etc.) para cubrir el plato y evitar que las plantas adventicias germinen. También reducirá las pérdidas de agua por evaporación, permitiendo reducir la frecuencia de riego.

Riego

El manejo del agua es uno de los puntos más delicados a la hora de cuidar un aguacate, puesto que las raíces de este árbol son muy sensibles al encharcamiento del suelo, y por si fuera poco, como la mayoría se localizan en los primeros centímetros de suelo, padecerán sequía con mucha facilidad si el tiempo es seco.

Ya en el momento de elegir la ubicación que tendrá el árbol en el huerto o jardín, hay que tener en cuenta el tipo de suelo y la forma del terreno.

Hay que evitar depresiones que puedan retener el agua de lluvia ―o en las que el nivel freático esté cerca de la superficie―, sobre todo si el suelo es pesado (arcilloso) y drena mal el agua.

En zonas secas o con suelos ligeros, será preferible una zona llana, mientras que en zonas húmedas o suelos pesados, hay que buscarle una ubicación ligeramente elevada ―se puede realizar una cama o montículo― o con cierta pendiente. Estas medidas garantizarán que el agua de lluvia no encharque el terreno en las proximidades del árbol.

En cuanto a la frecuencia e intensidad del riego, dependerá mucho del clima y de las condiciones del suelo. En todo caso, con el aguacate siempre es preferible regar de menos que pasarse, especialmente si el suelo no drena bien.

Si el suelo retiene poca agua habrá que regar con frecuencia: riegos poco intensos pero diarios, mientras que si retiene mucha, los riegos deben ser más espaciados y aportando un poco más de agua en cada uno.

Fertilización

Este aspecto es similar al resto de los frutales.

Un mes después de la plantación se aplicará el un primer abonado que contenga todos los nutrientes, repitiendo el proceso una vez al mes durante el primer año (aplicar poca cantidad de cada vez).

Al segundo año ya se pueden espaciar las aplicaciones, haciéndolas cada 2 o tres meses.

Una vez que el árbol es adulto se debe fertilizar al comienzo de las etapas de crecimiento un abono que contenga nitrógeno, fósforo y potasio como nutrientes principales, pero también otros que puedan ser escasos en el suelo.

En suelos neutros, ácidos y de textura franca a arcillosa, lo más probable es que se encuentren todos los nutrientes disponibles, así que solo habrá que añadir los tres principales ―los que más se consumen―, y especialmente el nitrógeno, mientras el árbol se esté desarrollando.

En suelos alcalinos o arenosos, es muy posible que se produzcan carencias. En el primer caso porque algunos nutrientes pueden estar en forma no soluble, y en el segundo porque suelen lavarse con el agua de lluvia y de riego, al tratarse de un suelo muy permeable. Habrá que estar atentos a síntomas de carencias en las hojas.

Excepto en suelos poco permeables, en el resto es muy recomendable realizar la fertilización con abonos orgánicos, ya que además de contener todos los nutrientes ―y casi siempre de forma equilibrada―, la materia orgánica aportada mejora la textura, la aireación, la retención de agua, la actividad microbiana del suelo y constituye una fuente de nutrientes a largo plazo.


Autor José A. Amigo

Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.