Por qué se secan las plantas
Se dice que las plantas se secan cuando pierden su color natural, las hojas se arrugan y amarillean, los tejidos comienzan a morir desde los extremos hacia el tallo y finalmente toda la planta perece.
Los síntomas pueden ser variados, pero por lo general siempre se observa un decaimiento del vigor y un aspecto precario de la planta (una falta de salud).
Y al igual que los síntomas, las causas de la marchitez también son variadas, pero a continuación expondremos las más frecuentes sin entrar en detalles técnicos.
Falta o exceso de agua
La falta de agua suele ser la causa más común que está detrás de una planta seca, de hecho "seca" y "sequía", vienen a ser sinónimos de "falta de agua".
Sin perdernos en explicaciones muy científicas, basta saber que las plantas pierden agua a través de las hojas y la captan por las raíces, como si fueran una manguera conectada a la red. Si se cierra la llave o el grifo, la manguera pierde todo el agua y se queda seca. Pues algo así ocurre con las plantas. En realidad funcionan como bombas de agua que sacan este líquido del suelo y lo mandan a la atmósfera.
En esa "corriente" ascendente de agua van disueltos los nutrientes que la planta necesita, teniendo en cuenta que el agua es también un nutriente, y no cualquiera, sino el más importante de todos.
Cuando el suelo se va secando ―y no hace falta que esté seco del todo―, la planta va teniendo cada vez más dificultades para obtener agua de él. Entra en una situación de estrés hídrico y comienzan a notarse los síntomas: pérdida de turgencia en las hojas, que se muestran caídas.
La solución: regar cuanto antes, proporcionar algo de sombra a la planta y cubrirla con una bolsa plástica si es posible, para evitar que siga evaporando el poco agua que le queda.
Hay que decir que no todas las plantas se comportan igual ante la sequía. Las que se han adaptado a vivir en zonas con escasez de agua (zonas áridas), son muy resistentes (pueden vivir en un suelo casi seco), mientras que las de ambientes lluviosos y húmedos, necesitan constantemente suelos bastante húmedos.
Pero en esto del agua hay que considerar también el caso opuesto, es decir, el exceso de agua. En ocasiones, los suelos se encharcan, el agua llena todos los poros de la tierra que estaban llenos de aire. Aparece entonces la asfixia radicular y las pudriciones provocadas por microorganismos que se desarrollan en condiciones anaerobias (en ausencia de oxígeno)
En estas condiciones, las plantas amarillean, no muestran crecimiento alguno y terminan por secarse. Al extraerlas del suelo se puede observar como las raíces están ennegrecidas y parcialmente descompuestas, perdiendo completamente su importante función.
Los encharcamientos suelen producirse en suelos con mal drenaje, es decir, suelos que no dejan escapar el agua. Generalmente esto ocurre en terrenos arcillosos (tierra de textura muy fina, casi como la harina) o en zonas bajas, en las que el agua no tiene salida natural. En las macetas ocurre frecuentemente cuando no se tiene la precaución de realizar agujeros de drenaje en la base de estas o cuando se llenan con un sustrato inadecuado.
Para evitar el encharcamiento, hay que garantizar el drenaje del agua, evitando plantar en zonas deprimidas del terreno (si es llano se pueden levantar caballones y plantar en lo alto de estos)
Temperaturas extremas
Es muy habitual que las temperaturas por debajo de 0℃ produzcan congelaciones en las plantas, seguidas de la muerte de los tejidos afectados e incluso de toda la planta. Los tejidos más jugosos son los más susceptibles de helarse, y también las plantas originarias de zonas con climas siempre cálidos.
Para evitar los daños de las heladas, se deben elegir plantas resistentes al frío y si no es posible, habrá que sembrarlas pasado el riesgo de heladas o protegerlas con mantas especiales, invernaderos, túneles, etc.
Es una práctica muy común plantar o situar plantas sensibles al frío al lado de un muro orientado hacia el sol, de forma que dicha pared se calienta durante el día y por la noche actúa como un radiador que mantiene la temperatura más elevada en sus proximidades.
Y al igual que ocurre con el agua, en el otro extremo de la balanza hay que poner las altas temperaturas. Días muy soleados, extremadamente cálidos y secos, pueden producir quemaduras en las partes más sensibles de muchas plantas, y favorecer una gran transpiración de las hojas que puede llegar a marchitarlas.
El sombreado parcial y mantener el suelo húmedo, son los mejores aliados para combatir el exceso de calor en las plantas.
Enfermedades
Las plantas puede sufrir multitud de enfermedades, y en casos graves pueden terminar secándolas por completo.
Los patógenos más importantes son los hongos, seguidos de las bacterias y después de los virus. Una vez que infectan las plantas, son difíciles de erradicar, a menos que se fumigue con productos específicos y agresivos para la salud humana y el medio ambiente.
Por ello, la prevención de las enfermedades es la mejor arma, la más barata y respetuosa que se puede utilizar. La mayoría se pueden prevenir utilizando plantas sanas y adaptadas a las condiciones locales, favoreciendo la aireación entre plantas e higienizando las herramientas de poda.
La nutrición es otro punto importante, ya que una planta débil será más fácil de colonizar por los patógenos, puesto que sus barreras de entrada y sus defensas no serán óptimas.
Plagas
Las plagas son animales que se alimentan de las plantas, y que en gran número pueden acabar secándolas por completo, o incluso no dejar nada de ellas.
Algunas orugas, por ejemplo, roen el cuello de la raíz de las plantas, haciendo que la parte aérea de éstas se marchite y se seque. Esto también lo hacen algunos roedores.
Otras plagas, como los nemátodos ("gusanos" del suelo), producen tumores en las raíces que acaban bloqueando la actividad de estas, haciendo que devenga la marchitez y la muerte.
Algunos insectos chupadores, como los pulgones, aunque no suelen llegar a secar la planta, pueden transmitirle virus que sí son capaces de hacerlo.
Deficiencia de nutrientes
Al igual que una persona no puede vivir mucho tiempo sin ingerir los nutrientes que necesita, las plantas tampoco. Al principio, las deficiencias suelen manifestarse como decoloraciones en las hojas, falta de crecimiento, etc., pero si no se remedian, pueden llegar a producir el colapso de la planta.
La mayoría de los nutrientes que una planta necesita casi siempre se encuentran en cantidad suficiente en cualquier suelo, pero algunos suelen estar en formas que no puede asimilar, debido a un exceso de acidez o alcalinidad, entre otras cosas.
Los tres que más se consumen son el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K), que suelen ser los que se aportan en mayor cantidad con los abonados.
Por tanto, para evitar que las plantas se sequen por este motivo, hay que procurar que en el suelo se encuentren todos los nutrientes y en forma asimilable. Generalmente, aportando abonos orgánicos variados la nutrición es completa.
Toxicidad
Puede ser debida a una sustancia que entra en contacto con las hojas, como puede ser un herbicida u otro producto químico agresivo, o a través del suelo, como por ejemplo un exceso de determinadas sales.
Una fumigación cercana con herbicidas puede secar plantas a una cierta distancia, cuando el viento lleva la sustancia hasta ellas.
Otras veces, los suelos han sido contaminados con agua de mar (cerca de la costa), un vertido industrial o un desagüe de aguas residuales urbanas. En estos tres casos, el exceso de salinidad del suelo dificulta que la planta pueda extraer el agua de este, y puede llegar a secarse si la contaminación no remite.
En todos estos supuestos suele ser necesario extraer la planta del suelo, limpiar los restos de tierra de las raíces y plantarla en otro lugar libre de toxicidad.
Accidente
Por último, aunque existen más causas que provocan que una planta se seque, hablaremos de algo que no se suele mencionar pero que puede ocurrir con frecuencia. Se trata de los accidentes.
En ocasiones, por causas climáticas (viento, granizo, etc), otras debido al paso de un animal, persona o máquina, o como consecuencia de los trabajos de mantenimiento habituales, las plantas pueden sufrir daños en los tallos o las raíces, y si son graves, se podrá ver interrumpido el ascenso de la savia bruta (agua y nutrientes), apareciendo primero los síntomas típicos de sequía (marchitez) y finalmente la muerte, aunque en ocasiones la planta se recupera.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.