Cómo conservar los tomates
Si pensabas que los tomates apenas se podían conservar unos días, cuando termines de leer este artículo no entenderás cómo has podido estar tanto tiempo sin saber estas cosas.
Frescos
Los tomates frescos son tal cual se recogen de la tomatera, es decir, crudos.
Lo mejor que se puede hacer es dejar en la mata todos los tomates que aún pueden madurar un poco más, es decir, no se deben cosechar hasta que estén completamente maduros, y recogerlos solo cuando se vayan a consumir. Esto garantizará que el sabor y los nutrientes sean óptimos, y no será necesario preocuparse por la conservación mientras se esté alimentando de la planta.
Dicho esto, si nos vemos obligados a recolectar más de los que podemos consumir, podemos almacenarlos durante un tiempo de las siguientes formas:
A temperatura ambiente
Extendidos boca abajo ―con la zona del rabito hacia abajo― sobre una mesa o encimera, en un lugar seco y fresco.
En estas condiciones es importante no apilarlos y manejarlos con mucho cuidado, ya que si se magullan o golpean el tiempo de conservación se verá muy reducido.
Existen algunas variedades de tomate más aptas que otras para el almacenamiento. La mayoría solo resistirán unos pocos días o algo más de una semana, mientras que otras ―como los tomates de colgar― aguantarán en buen estado algunos meses.
Tomates de colgar
Se trata de diferentes variedades de tomates en rama que se deben recolectar antes de su completa maduración y colgarlos atados con un hilo por el rabo formando una ristra ―como los ajos―.
Esto aún suelen hacerlo los abuelos y así disponen de tomates frescos casi hasta bien entrado el invierno.
En la nevera o refrigerador
Si los tomates que se recogen de la planta se almacenan dentro de la nevera, en el cajón de las verduras, duran frescos y sin pudrirse bastante más tiempo que a temperatura ambiente.
¿A qué se debe esto? Pues a que el frío ralentiza la respiración del tomate, haciendo que complete su maduración más lentamente y además reduce la actividad de los microorganismos responsables de su putrefacción.
Además de lo anterior, es importante que no estén en contacto con otras verduras, especialmente si estas son muy perecederas.
En salsa o conserva
Esta es una forma clásica de conservar los tomates, aunque para ello haya que cocinarlos primero hasta lograr una salsa.
Hay miles de recetas de salsa de tomate y muchas páginas escritas acerca de cómo hacerla, pero lo cierto es que es algo muy sencillo que tiene solo estos pasos:
➊ Pelar y trocear los tomates.
➋ Rehogar ajo, cebolla, pimiento, especias y otras hortalizas al gusto de cada uno.
➌ Poner los tomates en la olla en la que se rehogaron las verduras y cocer a fuego lento ―y sin tapa― hasta que se evapore la mayor parte del agua.
➍ Triturar la mezcla y pasarla por un colador chino si se desea retirar las semillas mientras sigue cociendo. Salpimentar.
La salsa está suficientemente espesa cuando al remover con una cuchara se queda la huella de la misma unos segundos sobre la superficie.
➎ Envasar en frascos de cristal ―sumergidos previamente en agua hirviendo un par de minutos― mientras la salsa aún está cociendo. También se deben hervir las tapas.
La elaboración de conservas en bote tiene importantes riesgos para la salud ―botulismo― cuando no se realiza correctamente, así que hay que extremar las medidas higiénicas e informarse muy bien al respecto antes de intentarlo.
Congelados
Quizá esto te resulte extraño pero los tomates también se pueden conservar en el congelador. Obviamente no servirán para consumir en ensalada, ya que al descongelarlos pierden su textura y parte de su sabor, pero se les puede dar otros usos en la cocina.
Es muy cómodo tener tomates congelados cuando se desea añadir su sabor a un guiso, y son muy prácticos de manejar, puesto que la piel se elimina con extrema facilidad al poner el tomate bajo el chorro de agua fría del grifo y pasar los dedos sobre su superficie. Hecho esto se pueden añadir enteros ―se deshacen al cocer― o cortarlos sobre una tabla, aunque es cierto que están algo duros.
Otra cosa a destacar es que, en contra de lo que se podía pensar, los tomates congelados no se quedan pegados unos a otros, siempre que no se introduzcan mojados o se deje la bolsa abierta dentro del cogelador.
Sin duda esta es una de las formas de conservación más sencillas y rápidas cuando solo se desea disponer de tomates para cocinar durante todo el año.
☛CÓMO CONSERVAR AJOS
Aunque tiene poco que ver con el tomate, la conservación del ajo también es muy interesante. Échale un ojo ya que estás!
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.