Sembrar césped en verano
Aunque lo más correcto suele ser sembrar el césped en primavera o en otoño, en determinados climas, con tipos especiales de césped o con los cuidados necesarios, es posible sembrarlo también en verano.
A continuación repasaremos los distintos escenarios que se pueden dar, y veremos qué precauciones considerar para la siembra del césped.
Veranos húmedos
En aquellos climas o regiones en las que los veranos suelen al menos algo lluviosos, en los que bastantes días permanece el sol tapado por las nubes, y el ambiente no es muy seco, es bastante sencillo sembrar césped.
Incluso puede que los resultados sean mejores que sembrándolo en primavera, ya que la germinación será mucho más rápida, puesto que tanto la temperatura del aire como la del suelo serán mucho más altas.
El proceso de siembra será el mismo que si se hiciera en otra estación, teniendo especial cuidado con el riego, ya que en verano la evaporación será mucho mayor y la superficie de la tierra no se debe secar en ningún momento hasta que el césped cubra el terreno.
En climas con veranos muy secos y cálidos es totalmente desaconsejable sembrar césped, a menos que se pueda instalar una malla de sombreo y regar con tanta frecuencia como sea necesario para mantener la tierra húmeda en superficie.
Céspedes para siembra estival
Como adelantamos al inicio de este artículo, existen algunos tipos de césped que por sus características pueden ser sembrados en verano, incluso en climas calurosos y secos.
Obviamente esto no significa que sean innecesarios los cuidados oportunos, y más especialmente en verano.
Algunos de estos tipos de césped son los conocidos en España como COSTA, CYNODON, DICHONDRA y KIKUYU. Es posible que en otros países reciban nombres distintos, o incluso que existan otros diferentes aptos para sembrar en verano.
En este otro artículo hablamos exclusivamente de en qué momentos se puede sembrar el césped en función del tipo de siembra que se vaya a hacer, el clima o el tipo de césped.
Precauciones especiales
A menos que el verano sea templado o fresco y húmedo, será necesario tomar medidas especiales para garantizar que las condiciones del suelo son favorables para la germinación de las semillas de césped, y que se mantienen hasta que el césped arraigue.
E concreto, la rápida pérdida de humedad del suelo debido a la alta evaporación, es el principal problema que hay que solucionar si se quiere que la siembra no fracase.
Esto se puede conseguir de diversas formas, pero las dos siguientes son casi ineludibles, especialmente la primera.
Riego frecuente
Esto es fundamental siempre que se siembra el césped, pero mucho más cuando se hace en verano, por lo que ya explicamos de la alta evaporación.
En las horas centrales de los días soleados de verano, la superficie de la tierra, expuesta al sol y al aire, se puede secar en cuestión de minutos.
Si el suelo se seca hasta la profundidad en la que se encuentran las semillas de césped ―que suele ser menos de 1 cm―, estas no comenzarán a germinar, o se detendrá el proceso si ya había comenzado.
Además, cuando la superficie de la tierra pierde toda su humedad, comienza a calentarse de forma mucho más rápida, alcanzando elevadas temperaturas que también pueden impedir la germinación.
En caso de que la falta de humedad y la elevada temperatura de la capa superficial del suelo se mantenga durante un periodo de tiempo crítico, las semillas de césped que estaban germinando y las recién germinadas mueren.
Para evitar estos riesgos, el riego es fundamental. Tiene que ser tan frecuente como sea necesario para garantizar que la superficie de la tierra nunca llega a secarse. Para esto es fundamental un sistema de riego automático, o en su defecto realizar la siembra en una semana de lluvias ligeras.
Sombra parcial
Además del riego frecuente, y enfocado a ahorrar agua, si es posible se debería instalar una maya de sombreo sobre la zona sembrada. Esto en grandes superficies no es práctico pero sí en el caso de las pequeñas.
La sombra parcial permite que el sol del mediodía incida con menor intensidad en la tierra, esta se calienta menos, evapora menos agua y, por tanto, permanece húmeda mucho más tiempo sin necesidad de regar con tanta frecuencia.
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Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.