Riego de la berenjena
La berenjena es una planta exigente en agua, y no solo en nutrientes, que también.
A menos que la plantemos en una zona deprimida en la que el nivel freático esté cerca de la superficie ―cosa que no es recomendable por riesgo de pudrición de las raíces― o que las lluvias sean frecuentes, habrá que regarla a conciencia.
Según las condiciones
En función de las condiciones que se dan en cada lugar, las necesidades de riego pueden verse reducidas o incrementadas. Veamos algunos casos.
El tiempo atmosférico
En general, si llueve considerablemente o débil pero constantemente durante algunos días, se suprimirán los riegos hasta que veamos que el suelo comienza a secarse de nuevo. No hay que caer en la trampa de pensar que por que caigan cuatro gotas ya no tenemos que regar. Las primeras lluvias que precipitan sobre un suelo seco, especialmente si son de escasa duración, no penetran prácticamente nada en este. Aunque veamos la tierra mojada en superficie, por debajo puede estar seca.
Durante los días nublados, aunque no llueva, la evaporación se reduce mucho y, por tanto, los riegos pueden reducirse levemente. No del todo puesto que la planta, aunque menos, sigue transpirando.
En días de viento ―especialmente si es seco y cálido―, la evaporación se incrementa mucho. Habrá que compensarlo con el riego.
Granulometría del suelo
En suelos arenosos, los riegos han de ser siempre más cortos ―con menos cantidad de agua― pero más frecuentes. Esto es debido a que son suelos que retienen poca agua, ya que esta se drena muy rápidamente.
En suelos arcillosos, habrá que regar con menor frecuencia ―dejando pasar más días entre riego y riego― pero aportando mayor cantidad de agua en cada aplicación. Los suelos de este tipo tienden a retener mucha agua por lo que si regamos con frecuencia y ya está saturado, se producirán encharcamientos, muy perjudiciales para la berenjena.
Morfología del terreno
Además, si el terreno tiene pendiente, habrá que tener en cuenta que las zonas altas siempre retienen menos agua que las zonas bajas. Por tanto, si tenemos las berenjenas plantadas en la zona alta del huerto, tendremos que estar más atentos a los riegos, ya que el agua se drenará fácilmente pendiente abajo.
Acolchado
Destacamos este apartado por su gran importancia en el ahorro de agua de riego o, en general, agua del suelo.
Si cubrimos el suelo alrededor de las berenjenas con cualquier acolchado, ya sea artificial o natural, se reducirán mucho las pérdidas de agua por evaporación directa desde el suelo y, por tanto, los riegos podrán ser más espaciados o de menor intensidad.
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Programa de riegos
El primer riego se dará en el momento del trasplante, aportando una buena cantidad de agua para favorecer un rápido arraigue. Es recomendable hacer un alcorque ―pequeño hoyo circular y poco profundo― alrededor de la planta para que el agua quede retenida y no se escape por la superficie del suelo.
Mientras la planta se encuentra arraigando, hay que mantener el suelo húmedo, regando si es necesario, incluso diariamente.
Una vez que ha arraigado, normalmente a los 10 días del trasplante, ya podemos espaciar un poco más los riegos. La frecuencia concreta dependerá mucho de las condiciones que explicamos en el apartado anterior. No obstante, la norma es regar cada 10 días hasta la floración.
Cuando veamos que va a comenzar a florecer, pasamos a regar cada 2 días, aportando unos 4 litros de agua por planta ―a menos que el suelo se muy arcilloso o llueva. Mantenemos esta frecuencia hasta el cuajado de los primeros frutos.
Cuando veamos que la berenjena se va cargando de frutos, pasamos a regar diariamente con unos 2 litros por planta. Es muy importante que no le falte el agua durante todo el periodo de desarrollo de los frutos.
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Sistemas de riego
Como ya sabemos, existen tres tipos principales de sistemas de riego: por aspersión, a manta o por inundación del surco y localizado, ya sea mediante goteros o cintas de exudación.
Pues bien, para el caso de la berenjena hay que evitar el riego por aspersión. Mojar las hojas, las flores y los frutos puede favorecer que aparezcan enfermedades. Esto es común a casi todas las plantas, y especialmente a las que son sensibles al ataque de enfermedades fúngicas.
En cuanto al riego a manta o por inundación, no debemos practicarlo si el suelo es muy arenoso, puesto que estaremos desperdiciando mucha agua y al poco tiempo ya estará de nuevo seco. En el resto de suelos, hay que espaciarlos bastante puesto que corremos el riesgo de encharcar la zona de las raíces.
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Si tenemos pocas plantas y disponemos de un poco de tiempo al día para dedicarles, podemos ahorrar agua haciendo unos pequeños alcorques alrededor de cada planta y llenándolos de agua, en lugar de llenar todo el surco. Eso sí, tendremos que hacerlo con la regadera o una manguera, pero con mucho cuidado. Las mangueras en los huertos causan muchos destrozos.
Y por último, el sistema más recomendable, tanto para el cultivo de la berenjena como para la mayoría de las hortalizas, es el riego por goteo ―en sentido general. Si lo instalamos bien y lo manejamos adecuadamente, nos permitirá optimizar el gasto de agua y, al mismo tiempo, nos dará la certeza de que las berenjenas están teniendo todo el agua que necesitan.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.