Herbicida casero con lejía
La lejía es una disolución acuosa de hipoclorito de sodio, un compuesto químico formado por sodio (Na), cloro (Cl) y oxígeno (O), cuya fórmula molecular es NaClO.
Este producto se conoce también con los nombres de lavandina, cloro, blanqueador o límpido, y tiene muchos usos: industriales, en alimentación, hostelería y otros servicios, y por supuesto domésticos.
La lejía es un compuesto muy oxidante, que en contacto con la materia orgánica, la destruye y disuelve, de ahí que sea un potente desinfectante de amplio espectro y muy económico. También ataca metales susceptibles, oxidándolos severamente, por lo que debe evitarse su uso en contacto con estos.
Continuando con los usos, uno de los más conocidos es como desinfectante de agua de consumo humano, a la que le da un sabor característico, y se dice entonces que "el agua sabe a cloro". También se utiliza para higienizar el agua de piscinas y baños públicos, para evitar que en ella proliferen patógenos.
Otro uso muy extendido de la lejía es como blanqueador, normalmente para recuperar el color blanco de la ropa. Las manchas de muchos pigmentos, alimentos, sudor, grasa o la proliferación de microoganismos en los tejidos, son destruidos al contacto con el hipoclorito de sodio o lejía.
Y aunque tiene muchos más, un uso que no se puede pasar por alto es el de la desinfección de superficies: encimeras, suelos, utensilios, trapos, etc.
Pero a pesar de tener usos tan cotidianos, lo cierto es que se trata de un compuesto muy tóxico si se ingiere o inhala en determinadas concentraciones y cantidades. Es el causante de muchas intoxicaciones domésticas en niños, pero también en adultos que, normalmente por desconocimiento, lo mezclan con sustancias ácidas o con amoniaco, liberando gases muy tóxicos, como el dicloro o la cloramina.
Además de lo anterior, en contacto con la piel, mucosas, ojos, etc, y en concentración suficiente, produce irritación y quemaduras o incluso cáncer de piel.
Por todo esto, debe manejarse con mucha precaución, solo por adultos o menores acompañados, con la debida protección, y haciendo un uso responsable de ella, evitando causar daños en el medio ambiente, ya que además de todo lo dicho, en grandes cantidades es muy dañina para los ecosistemas.
Pero volviendo al tema del artículo, la lejía no solo elimina microorganismos, sino que destruye cualquier tejido orgánico, como es el caso de los vegetales, siendo un potente herbicida casero y barato.
ⓘ Esta información no debe interpretarse como una recomendación o incitación al uso de este producto como herbicida, sino como la difusión desinteresada de las conclusiones extraídas del análisis de la bibliografía y de experimentos realizados a título personal en este ámbito.
Efecto herbicida del hipoclorito de sodio
Hay que comenzar alcarando que su poder herbicida no es tan crítico como el de los fitosanitarios sistémicos que se comercializan para eliminar la vegetación, que literalmente penetran en las plantas y las envenenan desde dentro, haciendo imposible que continúen vivas.
El caso de la lejía es similar al del salfumán como herbicida, es decir, un producto que "quema" la plantas por contacto.
Destrucción por contacto
Como se ha podido leer más arriba, el efecto de la lejía sobre las plantas tiene poco misterio. Al tratarse de un compuesto que degrada cualquier tejido orgánico, a la planta le ocurre algo similar que si se quema con fuego, aunque en este caso no se gasifica y ni se reduce a cenizas y gases, sino que se seca por muerte de toda la parte tratada.
Por ello, igual que con el fuego, no tiene un efecto sistémico, es decir, solo morirá la parte de la planta en la que se aplique la lejía, pero no el resto del vegetal, salvo que la parte dañada sea tan grande o tan vital que su destrucción impida la vida de toda la planta.
En plantas que son capaces de rebrotar una y otra vez a partir de la raíz, el tratamiento de la parte aérea no será suficiente para eliminarlas a la primera. Habrá que repetirlo cada vez que rebrote, hasta agotar las reservas del vegetal, muriendo entonces "de hambre", no por la lejía.
Para estas plantas resistentes, o para todas las que crezcan en suelos no productivos (aceras, patios, esquinas, bordillos, tejados, escaleras, etc), se puede ir un paso más allá con la lejía, como explicamos a continuación.
Alteración del pH del suelo
Un segundo efecto herbicida de la lejía tiene lugar cuando se aplica en el suelo, ya sea cerca de la raíz de una planta que se desea eliminar, o bien en una pequeña zona en la que no se desea que crezcan plantas, como por ejemplo en los huecos de los adoquines, entre un bordillo y el camino, etc.
La lejía matará las raíces con las que entre en contacto, y en consecuencia las plantas a las que pertenecen, pero además, si se añade en cantidad suficiente, elevará mucho el pH del suelo debido a su alta alcalinidad, por lo que la mayoría de los vegetales no podrán crecer en el trozo de tierra tratado, al menos por un tiempo.
Como ya se dijo más arriba, esto último solo se puede hacer en espacios privados, de pequeña extensión y en los que el suelo no tiene valor productivo ni ecológico.
Modo de aplicación
Tan sencillo como verter la lejía concentrada directamente sobre la planta a eliminar y en el pié de la misma. No hace falta echar mucha cantidad, solo lo necesario para mojar por completo el vegetal.
No conviene pulverizarla con un atomizador o pulverizador, ya que ser inhalarán pequeñas gotas y vapores que pueden ser muy peligrosos para la salud. Sí se puede introducir en una pequeña regadera de lluvia fina,o una botella con muchos pequeños agujeros en la tapa, para así mojar más fácilmente las plantas.
En el caso de que lo que se quiera es que no salgan hierbas en ciertas zonas del suelo, como entre los adoquines de una acera o camino, simplemente se moja la tierra como si se estuviera regando a chorro, es decir, sin alcachofa.
Como no se trata de un herbicida específico, pueden ser necesarias varias aplicaciones consecutivas para acabar con ciertas plantas, especialmente si son grandes o resistentes. Mientras se mantenga verde o rebrote, hay que volver a tratar, hasta que se seque por completo y no vuelva a rebrotar.
Si llueve justo después de aplicar la lejía, seguramente se lave de la planta antes de que termine de hacer efecto, por lo que perderá eficacia. Conviene tratar con tiempo seco y mejor al atardecer para que la planta permanezca más tiempo mojada.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.