Truco para evitar que la tomatera enferme tras la poda
Las tomateras son de las hortalizas más sensibles a diferentes enfermedades fúngicas y bacterianas que frecuentemente llegan a ser graves, causando graves daños al cultivo.
Es por esto que muchos horticultores aficionados consideran al tomate como el rey del huerto, y uno de los cultivos más complicados de manejar.
Tanto es así que aquel que logra mantener las plantas sanas y productivas, suele ser la envidia de los demás.
En parte esto es debido a que se trata de una planta muy susceptible, es decir, cuya genética la hace propensa a infectarse en determinadas condiciones, generalmente altas temperaturas, humedad elevada y existencia de heridas, todo esto combinado a veces con deficiencias en ciertos elementos que le darían un plus de resistencia.
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Y es que la genética de la tomatera no se puede cambiar ―una vez que la hemos plantado en el huerto―, las condiciones ambientales tampoco ―como mucho suavizarlas―, pero sí se puede actuar en lo referente a las heridas en la "piel" de la tomatera, que casi siempre son debidas a los trabajos de poda de los diferentes órganos de la planta (chupones, hojas, frutos, flores, etc)
Tras esta necesaria introducción, veamos entonces cómo actuar para evitar ―o al menos reducir―, el riesgo de infección a través de las heridas de poda.
Tratamiento post-poda
Como ya sabrás, la poda debe hacerse con la planta completamente seca ―sin rocío―, en días soleados y extremando la higiene de las manos y herramientas.
Pues bien, no basta con eso, sino que una vez podadas las tomateras, aún se puede hacer más para evitar que enfermen.
Se trata de hacer coincidir las podas con los tratamientos fungicidas-bactericidas, de manera que nada más terminar de podar, se aplique el producto sobre las plantas.
Los compuestos del cobre permitidos en agricultura ecológica, y que no son absorbidos por las tomateras, son una buena opción. Sea cual sea el producto, tiene que poder desinfectar las heridas, depositándose sobre ellas para formar una capa protectora que impida la penetración de hongos y bacterias.
Esto es importante hacerlo con tiempo seco, para que la película protectora no se lave antes de que la herida cicatrice.
Realizar este pequeño cambio parece sencillo, salvo por un pequeño detalle: las podas suelen ser más frecuentes que los tratamiento fungicidas, que deberían restringirse a solo unos 6 ó 7 durante todo el cultivo.
Esto puede arreglarse realizando podas menos frecuentes, pero entonces surge otro reto: algunos chupones crecerían demasiado, dando lugar a bifurcaciones en el tallo de la tomatera. Bien, esto puede solucionarse despuntando esos chupones ―que serán ya tallos―, por encima del ramillete de flores, de manera que se aproveche el follaje y las flores, pero no se produzca una gran herida en la planta. En último caso, si fuera necesario, se pueden eliminar por la base mediante un corte limpio. Como se va a aplicar seguidamente el tratamiento, el riesgo de infección sigue siendo más bajo.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.