Cómo y cuándo cosechar los guisantes, chícharos o arvejas
Los guisantes son un cultivo de clima fresco y húmedo, que se desarrolla durante los meses de invierno y primavera, o solo en esta última si se siembran de forma tardía. A mediados o finales de primavera, según en qué época se hayan sembrado, llega el momento de su cosecha o recolección.
Pero como las fechas de siembra de los guisantes pueden variar mucho de un clima a otro, tanto como 4 largos meses, se hace más difícil predecir en qué momento estarán listos para cosechar.
Esto no es problema si se aprende a identificar de un solo vistazo si las vainas muestran los síntomas característicos que anuncian su madurez y, por tanto, el completo llenado de los granos, algo muy importante para obtener el máximo rendimiento del cultivo y un alimento más nutritivo y con menor porcentaje de humedad, es decir, menos tierno, pero mejor para su consumo y conservación.
A continuación se explican en detalle las características que debe presentar una vaina de chícharo o guisante para considerar que está lista para recoger.
Volumen cilíndrico
Esto es lo primero que se debe comprobar. Al principio las vainas no tienen apenas volumen, mostrándose alargadas pero planas, como un trozo de cartón delgado.
A medida que los granos se van desarrollando en su interior, y por tanto ocupando espacio, las vainas van tomando forma cilíndrica o de tubo. A partir de un momento dado, aunque los granos aún pueden crecer más, la forma de la vaina ya no cambia (primera vaina en la foto de arriba)
Por tanto, que una vaina de arveja o guisante sea cilíndrica solo significa que ya tiene granos de cierto tamaño en su interior, pero no permite saber si ya han terminado su crecimiento, momento óptimo para cosecharlos.
Marcado de los granos
Lo siguiente que ocurre cuando los granos siguen creciendo es que empieza a notarse su forma a través de la vaina. Es decir, esta sigue siendo cilíndrica pero ahora con bultos apreciables a simple vista (Vaina número 2 en la foto)
Además de lo anterior, si se palpa la vaina en esta etapa, se nota dura porque ya no hay espacio entre esta y los granos, pero ojo, eso no significa que ya no puedan crecer más, de hecho lo siguen haciendo, aprovechando el espacio que queda vacío entre grano y grano.
En esta etapa se podrían cosechar si no queda otra opción, por ejemplo porque va a caer una granizada o porque se los están comiendo los pájaros, especialmente mirlos y algunas especies de córvidos, como el arrendajo común, un gran amante de esta hortaliza.
Si no hay ninguna emergencia a la vista, entonces es mejor esperar un poco más, porque como se dijo más arriba, los granos aún pueden seguir creciendo, y esto se traducirá en una cosecha más abundante en peso.
Los granos cosechados en esta etapa son redondos, porque aún no han contactado con sus vecinos y, por tanto, no se han achatado. Además, al sacarlos de las vainas suelen conservar los peciolos, unos pequeños rabos que los unían a la vaina.
Color más claro y textura rugosa
Por último, cuando los granos de guisante ya han terminado de crecer dentro de la vaina, esta comienza a tomar un color más claro (por zonas) y a arrugarse exteriormente. Se aprecia muy bien a simple vista en comparación con las vainas inmaduras.
No es necesario esperar a que el color de las vainas sea amarillo pálido (las dos inferiores en la foto), porque entonces los granos habrán empezado a contraerse debido a la pérdida de humedad, y en un estado avanzado, su color ya no será el verde claro que los caracteriza.
En cuanto a la textura, solo tocando las vainas con los dedos es muy fácil notar el relieve y el tacto menos suave cuando están en esta etapa. Esto suele confirmarse cuando se agarran para arrancarlas de la planta, pero lo normal es apreciar la textura ya con la vista (ver las tres últimas de la foto).
Hablando desde nuestra propia experiencia, en cuanto las vainas empiezan mostrar textura en el exterior y un color un poco más pálido, es el momento óptimo para recogerlas (vaina número 3). Si se hace así, se obtendrán granos muy llenos y achatados por dos de sus lados, y para una misma superficie de cultivo, el peso final de la cosecha de granos será mayor.
Para terminar este apartado, hay que aclarar que los granos que se pueden ver en la foto al lado de cada vaina, han sido sacados del extremo derecho de la misma, y por tanto su tamaño es inferior a los granos que habría en la parte central de cada vaina. Tampoco son los más achatados porque por un lado no tienen otro grano que los oprima.
Procedimiento de recolección
Una vez explicado cuándo cosechar, es el momento de hablar de la forma en la que se recolectan las vainas.
Hay que tener en cuenta dos cosas para hacerlo bien: no romper la vaina y no estropear la planta, ya que no todas las vainas maduran al mismo tiempo, y por tanto, habrá que realizar varias recolecciones separadas por uno o dos días, a lo largo de una semana o un poco más, dependiendo de cómo esté el clima.
Para no partir las vainas, hay que agarrarlas con fuerza con una mano por su extremo superior y con la otra sostener el punto en el que se insertan en la planta. Se tira con fuerza hasta separarla. También se pueden cortar con unas tijeras, pero esto dificulta el trabajo.
Y para no echar a perder las plantas, si aún tienen más vainas que madurar, es importante no pisarlas, pero tampoco doblarlas en exceso. Los tallos son delicados y se aplastan o doblan con facilidad. Lo ideal es pensar en esto en el momento de la siembra, organizando el cultivo de forma que luego sea más fácil la recolección. Una forma ideal es sembrar en un solo surco y colocar una red o malla vertical para que las plantas se sujeten a medida que crecen. Esto las mantendrá erguidas, con las vainas colgando a cierta distancia del suelo, y bien visibles. Apenas hará falta mover las plantas para acceder a las vainas.
Y por último, hay que destacar que hay que recolectarlos en horas frescas. En días soleados es mejor cosechar los guisantes a primera hora de la mañana o a última de la tarde, para evitar amontonar las vainas calientes. En días nublados es indiferente.
También es importante que pase el menor tiempo posible entre la recolección y el desgranado y almacenamiento, por ejemplo en congelador. Las vainas arrancadas de las plantas pierden humedad muy rápido y esto también afecta a los granos, que empezarán a arrugarse. Si no pasa más de un día, y se dejan en un lugar fresco, apenas se aprecian diferencias.
Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.